martes, 12 de julio de 2011

Volaremos


Algún día volaremos.
Es cierto que alguna vez tendremos alas, volar, será cuestión de aprender, de esfuerzo.

El que me diga que es imposible, que se enfrente a los ineludibles hechos, cuando nos cuelguen esas alas pesadas, de pesada musculatura, será como nos sucedió cuando
bebés. Piernas torpes, usándolas de rodillas, palmas al piso, nuestro cuerpo, sin poder sujetar bien la cabeza hoy la domina con elegancia.

De ser así, ¿Por qué no nuestras futuras alas? Pasó con el
pulgar invertido, que heredamos, apareció para ayudarnos a sobrevivir, ¿Por qué no un par de alas? Si la meta mas alta, la de ser libres, no tiene ni límites ni formas definidas, ¿Las tendrá acaso nuestro yo futuro?

Quien me diga que hablo sin fundamentos, que sepa que estos sobran en la naturaleza y en la historia.
Artistas soñaron y proyectaron ideas, que hoy son realidades y si ninguna de esas realidades fueran reales, tengo la mía propia.
Como un científico infalible hoy hay algo que me prueba que la libertad que buscamos en las palabras, en la mente y en lo abstracto tiene su nacimiento, su hogar, su punto de partida, su lugar, su expresión, allí tan cerca, en el cuerpo.

Mis piernas eran pesadas, toscas, carecían de movilidad, carecían de fuerza, carecían de velocidad, no poseían un control digno que me permitiera volar al nivel que un atleta.

Pero empecé a aprender Kung Fu. Ese Kung Fu que estoy conociendo, hace que la libertad baile en mis venas, en mi dolor, en mi sudor, en los giros y en cada salto e impacto se desata esa libertad, como el aleteo de un torpe pichón, de una joven ave, que torpe sacude sus pocas plumas para algún día reinar el cielo.

Están allí adelante, esperándonos.
Cuando practico Kung Fu...
...las alas de la humanidad no se ven tan lejos.

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