lunes, 2 de junio de 2008

Mente Asesina

El asesino de ropa formal, oscura, reservada, estaba parado justo detrás de su víctima.

John Garth era un empresario de la quinta avenida. Famoso por su carisma. Famoso por su éxito.

El trabajo estaba casi terminado. Lorence, uno de los mejores asesinos de Nueva York, sólo debía presionar el gatillo y sería como cualquier otro trabajo. No habría nada de especial.

Su víctima, ahora amordazada, recibiría un disparo en la nuca, jamás se levantaría. Su celular comenzaría a sonar, su familia a preocuparse.
Como es un hombre de negocios, muchas personas querrán contactarlo, pero todos pensarán que está suficientemente ocupado como para no atenderlos.
Eso daría tiempo a Lorence.

Pero esta vez, el gatillo no se presionó. Su dedo, con el decorativo callo que acompañaba tanto tiempo de usar su pistola automática 9mm, esta vez estaba congelado. La duda lo había invadido.

Lorence había dejado de actuar por inercia, había decidido pensar en el por qué de sus actos y en las consecuencias de los mismos.

Pronto, se vió rodeado en el oscuro pasillo por cuatro sombras.
Estas sombras eran en principio todas iguales y lo rodeaban, observándolo juiciosamente.

La primera le dijo: "Ya lo hiciste. Hagámoslo. No importa lo que pase, ya estás acá, vamos a hacerlo"

La segunda sombra le dijo como en un lamento: "Debes parar ahora mismo. Ponte en su lugar. Si fueras él ¿No desearías que no presionaras el gatillo?"

La tercer sombra sonó mucho más fría que las demás y dijo: "Es el dinero, DEBES hacerlo. Es tu papel en este mundo, eso sabes hacer y para eso este sistema te entrenó. No hay nada de bueno o malo, son las reglas. VAS a hacerlo"

La cuarta sombra sonaba un poco más desinteresada, igual de fría que la anterior, pero sin tanta rigidez en su hablar y le dijo: "Vamos a ver. Si ahora disparas, va a ser como siempre y vas a sobrevivir... pero, la sombra que te pide que no lo hagas, te dará culpa y remordimiento, sufrirás y te hundirás más. La sombra, vieja compañera mía, que habló al principio, por otro lado no está planteándose nada, entonces si ya te planteaste algo, no vale la pena seguirle consejo. A menos que prefieras ignorarme. La sombra que se lamenta tiene razón, si fueras él no lo harías. Pero la primera también tiene razón, ya lo hiciste y no te importa eso, porque NO ERES esa persona. La tercer sombra me pareció muy rígida, no sé si es cierto que ese es tu papel en este mundo, eso es muy variable. Lo que si es cierto es que esto es lo que el mundo te ofreció como papel en esta gran obra teatral que conocemos como vida"

Lorence permanecía congelado en el sombrío pasillo. Por supuesto que no había nada allí. No había nada más que un hombre con el fin de su vida en manos de otro hombre, amordazado, sudoroso, lleno de temor.

Lorence quiso hablar y le preguntó a la última sombra: "¿Y tú? ¿Tú que me propones?"

La última sombra se rió a carcajadas y le dijo: "TODO ESTO te lo estoy dando yo, que es lo mismo que nada. Te doy la duda, que no es más que un cambio en tu proceso de análisis regular, pero bueno, doy lugar a que todos los demás puedan llegar a cambiar algo. Lo siento amigo mío, yo no soy una opción a elegir, no puedo darte un consejo, yo soy el encargado de que HAYA un consejo, pero no soy uno en sí mismo"

El asesino se metió en el juego de la última sombra e inquirió a la primera: "¿Por qué no importa lo que yo haga?"

La primer sombra entonces, realizó su truco: Gatilló la 9mm.

La sangre del empresario salpicó la pared y comenzó esparcirse por pasillo.
Lorence tenía los ojos abiertos de par en par, sorprendido, como si no hubiese querido hacer eso, como si hubiera estado fuera de sus planes.

Corrió. Se subió al auto y realizó la planificada huída. Junto a él, en el auto, la cuarta sombra reía a carcajadas.

"¿De qué te estás riendo? ¡No es gracioso! ¡No quería disparar!" -gritó Lorence-

"¡Por supuesto que querías disparar! Bueno, por lo menos en algún momento quisiste disparar, la primer sombra se llama ´Acción´ y no esperes nada más lejano a mí que la acción. Yo te hago pensar y plantear. Tú acudiste a preguntar a Acción y Acción te respondió con lo que sabe hacer, con lo que hizo siempre, ese fuiste tú y tu accionar tradicional, sin pensar, cuando le preguntaste, le desafiaste, en cuanto le desafiaste, respondió, como un animal"

Salpicado en sangre, Lorence lavó sus ropas en su pequeño departamento frente a Central Park y mientras inquirió a la sonriente sombra que le hablaba: "Bien. Bien, ¿Qué pasaba si en vez de hablar con Acción, hablaba con la segunda de las sombras que me habló? ¿Eh? ¿Qué sucedería? ¿Me iba a poner a llorar?"

La sonriente sombra respondió: "Quizás. En realidad, yo no sé como reaccionarás con ellos. No te conozco tanto. Pero podemos experimentarlo. En la mente es posible concebir todo, pero será sólo mental, no será real y por ende, no podríamos decir que eso REALMENTE sucedería, sólo que TU MENTE entiende que así sucedería... ¿Me sigues?"

"No" -respondió Lorence con el rostro cansado- "No te sigo en absoluto"

"Bien. No importa. No es ese mi problema"

Inmediatamente en cuanto dijo eso la escena se trasladó nuevamente al pasillo. El empresario estaba allí, tirado con la mordaza en la boca, suplicando por su vida, sin poder más que expresarlo con llanto.

Lorence, en esta ocasión no inquirió a la primer sombra que irradiaba fuego, en cambio, inquirió a la segunda, que era acuosa, suave y opaca. Le dijo confiado de su decisión: "Bien, tú, sombra del lamento, dame tu opción"

En el mismo momento que dijo eso, Lorence se hizo uno con los sentimientos del hombre al que estaba a punto de asesinar. Líquidamente, se fusionó con él, vivió el amor de sus padres, de su esposa, de sus hijos, el sufrimiento de ellos, vivió lo que ellos llorarían por él, vivió el llanto de la mujer perdiendo a su esposo, vivió el llanto de sus padres al ver morir un hijo, al de sus hijos perdiendo tan jóvenes un padre. No pudo más que caer de rodillas, soltando el arma, llorando desconsoladamente.

Soltó al hombre y le pidió perdón, le rogó que lo perdonara, como si estuviera pidiendo perdón a la humanidad entera por todo el dolor que había causando en su vida entera.

Días más tarde, la policía encontró a Lorence acostado en el piso, aun sollozando, sin fuerzas siquiera para moverse.
Fue arrestado por intento de asesinato y luego sentenciado a cadena perpetua por todos sus crímenes previos.

En la prisión, la cuarta sombra se le apareció y le dijo: "Bien, ahora has vivido la segunda opción y aunque esto se está volviendo confuso para las líneas temporales, vamos a hacerlo simple. Has vivido acción y has vivido sentimiento. Una sin la otra son incompletas, extremas, pues no es conveniente pasarse toda una vida lloriqueando o matando sin pensar, pero nos falta otra más... Vas a conocer a la sombra del tiempo y espacio"

La escena se trasladó nuevamente al pasillo. John Garth llorando por su vida, de rodillas, amordazado, con una pistola de frío acero, apuntándole directamente a la nuca.

Lorence miró fijo a la tercer sombra, pero antes de poder decirle algo, la última sombra que le había estado hablando, le dijo: "Esta sombra se llama Dharma... no creo que puedas lidiar con ella... vas a conocerla, pero también arruinarás todo este lindo paseo"

El asesino, confiado de si mismo, observó extrañado y preguntó algo desafiante: "¿Por qué? ¿Por qué luego de todo esto, hablar con la última arruinaría todo?"

La última de las sombras, la sonriente pero fría sombra mental, le respondió: "Porque, esta tercer sombra se llama Dharma, Ley Universal, Realidad"

Lorence sonrió de forma arrogante e ignorando las palabras de la sombra de la mente preguntó a Dharma: "¿Debería matarlo?"

En ese mismo momento todas las demás sombras desaparecieron, el recuerdo mismo de todo evento desapareció y cayó en el olvido absoluto, en la nada. El tiempo y espacio trabajaron e hicieron desaparecer todas las otras lineas de tiempo creadas por la última sombra, los momentos colisionaron, todo se acomodó, recobrando armonía y acomodándose en el infinito de un instante, volvieron al momento incial, pues todo lo demás fue mente, no fue real.

Eso daría tiempo a Lorence.

Pero esta vez el gatillo no se presionó. Su dedo, con el decorativo callo que acompañaba tanto tiempo de usar supistola automática 9mm, esta vez estaba congelado. La duda lo había invadido.

Lorence había dejado de actuar por inercia, había decidido pensar en el por qué de sus actos y en las consecuencias de los mismos.

... El bucle fue eterno y los dioses no pudieron hacer nada. Se creó lo que un síquico francés llamaría luego: Déjà Vu.
El poder de la mente nuevamente había creado universos y destruido universos. Todo había sucedido. Nada había sucedido.

El Joven Aguador



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3 comentarios:

Víctor Ariel Pagano dijo...

Ufff, que flash...exelente querido!
Yo quiero disparar!...

rayuela dijo...

hola hola muchachito!
Me dejaste helada.
Las sombras, el deja vu, la mente, la consciencia... increible!
Me copò nene!
unbeso grande.. nos estamos leyendo nuestro mas humilde "arte"

Lore

Diego Torrent dijo...

Ay... no sé si lo entendí, querido...
¡Qué cosas raras que se te ocurren!