"Goummer es la tierra en la que transcurren
estas historias. Por si algún día las catástrofes azotan estas bellísimas
tierras, les cuento que Goummer es una tierra variada y fantástica. Con el
tiempo, la magia ha modificado árboles, lagos, montañas y cascadas. Los seres
se han dispersado. Los reinos se han consolidado y han intentado mantener una
paz duradera y próspera para todos. Pero esas cosas no duran mucho. Goummer ha
tenido exceso de presos en sus cárceles, enemigos esperando el momento adecuado
y hechiceros oscuros esperando a tomar el poder. La tierra es bella, pero como
en un jardín a veces las malas hierbas comienzan a crecer sin que el jardinero
se de cuenta y es importante tomar acciones antes que sea demasiado tarde.
Recuerden Goummer. Es una tierra vasta e
infinita, con muchas islas, reinos, comunidades y aventuras.
Quizás esta sea la época de mayor aventuras, pues
en la danza del bien contra el mal es cuando los bardos creamos las mejores de
las canciones"
- Lirdien Tomm,
Bardo amante de Goummer y sus lagos -
CAPITULO 1: "El mal siempre avanzará
mientras el bien lo permita"
LIBERACION
El ejército de
Luster reclutó a Manos Gigantes hace centurias. A base de latigazos, lanzas y
cadenas, habían logrado tenerlo prisionero y hacerlo pelear por ellos.
Su brutalidad lo
hizo famoso, aunque no de la mejor manera, por ende, los arqueros del ejército
enemigo, habían enfocado gran parte de sus flechas en él.
El dolor no era
mucho, su carne estaba lejos del exterior, mayoritariamente cubierto de pelaje
espeso, grasa y una dura, muy dura capa de piel.
Pero por primera
vez sucedió algo que lo cambió todo. Su ejército fue derrotado con muy poca
diferencia por el ejército enemigo, quien luego de la victoria, siendo esta tan
acotada, decidieron dejar al monstruoso Manos Gigantes y retirarse por miedo a
que este solo, les arrebatara su victoria. Debían apresurarse y tomar el
castillo de Paltra, por el que estaban combatiendo para terminar de tomar la
tierra del Duque de dicha región.
Rodeado de cuerpos
agonizantes, cadáveres, cuervos y restos de carruajes destrozados, Manos
Gigantes arrastró sus cadenas muy muy lejos, dejando atrás el apocalíptico
campo de batalla y subiendo montaña arriba. Tenía un rostro amigable, salpicado
de sangre y tristeza.
IDENTIDAD
Rugidos de
lobos enfurecidos precipitados por la acción, maleza rompiéndose, aún el sol no
asomaba del todo, pero los caninos en manada parecía que habían encontrado una
presa. Confundiéndolo con un sueño, Manos Gigantes intentó ignorarlo, pero no,
los lobos realmente habían encontrado alimento. Él no quería enemistarse con
los lobos, los Amil se caracterizaban por no tener depredadores naturales, pero
aun así los lobos podían suponer una gran molestia, además de una hostilidad
que él no quería sentir de nuevo tan pronto.
Frente a Manos
Gigantes agitado y herido, un hombre de mediana altura (diminuto en comparación
al Amil) pasó corriendo con dificultad. Tropezaba con su pierna mordida, con la
montaña rocosa y con la traicionera hierba. Los lobos habían salido del bosque
que estaba más abajo, para terminar su cacería. Lo tenían.
Manos Gigantes se
apiadó del hombre, estaba acostumbrado a proteger a los hombres, aunque no era
un instinto natural, sino algo adoptado, ver sufrir a ese campesino indefenso
(sabía reconocer la diferencia, luego de tantos años entre ellos) lo hizo
querer protegerlo. Dio un paso cruzándose entre los canes y el hombre y rugió
frente a la manada que llegaba apresurada. Alzó sus dos manos (tan gigantescas
que tapaban el escaso sol de la mañana) y con sólo eso, los lobos frenaron su
organizada marcha. Trataron de rodearlo, pero el macho alfa prefirió abortar la
misión, enfrentarse a un Amil adulto era probablemente la peor de las ideas
para cualquier criatura sobre la región.
Aún con la pierna
sangrando, el campesino de tez oscura y delgado como un rastrillo, cayó sentado
y con las manos apoyadas detrás, rendido. También se aterró del rugiente
gigante. No era común ver algo así, no al menos para él. Ya sin fuerzas para
correr pensó: "¿Será que ahora me reclama este gigante como su
comida?" Pero las chances no eran muchas, se hacía imposible seguir
corriendo en un terreno tan complicado y más aún con un talón brotando sangre.
Temblaba de frío, estaba débil, se intentó arrastrar, pero el gigante lo iba
persiguiendo con paso lento, pero suficiente para estar a la par de él.
"¿No eres tú
Manos Gigantes? ¡Eres famoso! ¡Eres el arma más terrible del ejército de
Luster! Yo no soy un soldado, ¡No me hagas nada!" -y con sus manos, ya
acostado en el piso tapaba su rostro como si al no poder verlo a los ojos, el
dolor de ser devorado fuera a ser menor-
El Amil lo observó
durante mucho tiempo, cuando le hablaban intentaba comprender las intenciones y
claramente las intenciones del hombre eran solo de sobrevivir. El campesino era
miedo puro. Pero Manos Gigantes no quería ver más sangre, no quería matar más.
Tomó al delgado
campesino por la cintura (que gritó y pataleó pensando que iba a ser devorado)
y lo llevó como si fuera una piedra en su mano, caminando montaña abajo. El
paso era lento, pero el calor de la mano peluda del gigante dio calor al
campesino, que se entregó al paseo y poco a poco, quizás por la pérdida de
sangre o la confianza, se durmió.
Cuando llegaron al
pie de la montaña, comenzó a brillar levemente el sol de la mañana con más
fuerza y en lo lejano se vislumbró un pueblo. Manos Gigantes siguió su camino
con el pobre hombre colgando de su mano y cuando comenzó a acercarse al pueblo,
la gente corrió, gritó, cerró puertas y se escondió. Solo dejó al hombre en
medio del pueblo, dio media vuelta y volvió caminando hacia la montaña. Él
sabía lo que generaba en los hombres, en los pequeños y débiles hombres. Por
ello se alejó sin mirar atrás.
En el pueblo, Ree,
el campesino, fue curado de sus heridas y en poco menos de una semana, caminaba
como cualquier otro. Ese no era su pueblo, por lo que prometió volver con
algunos vegetales de su huerta y pagar por la ayuda. Los locales le llovieron a
preguntas respecto al gigante, pero él contó la situación tal cual y el rumor
se esparció de ese pueblo a otros: "Manos gigantes está suelto y ahora
ayuda a la gente"
Eso le jugó a favor
y le jugó en contra. Pero al menos el gigante peludo ya sabía que no quería
lastimar más a nadie, quería naturaleza y paz, lo que quieren los Amiles en
general. Quizás, encontrar a otro como él. Pero eso era una búsqueda para otro
momento.
...........
Próximamente: Capítuo 2 - "Festejos"
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