martes, 29 de diciembre de 2009

Casi dormido

Resplandeciente en la oscuridad de la habitación yacía estático un inmóvil televisor, de faz parpadeante, estrambótica, iluminando la silueta de un sillón cuya historia descansaba incómodamente en la humedad corporal del corpulento y somnoliento hombre, espectador agotado. En el abandono total de su persona, aún intentaba prestar algo de atención al dispositivo.

Observaba el noticiero, estaba semidormido, sus ojos latían con un vaivén que impedía que se durmiera o que se quedara despierto, ya bien, no sabía.

De miles de toneladas sus ojos era imposible que siguieran abiertos, pero algo más los mantuvo al borde de cerrarse y sus oídos seguían filtrando todo, sin perdonar.

En el noticiero hablaba una mujer, que por su acento parecía de Centroamérica, aunque difícil distinguir para alguien que estaba lindando los caminos de la consciencia y el sopor.

Ella decía con una voz llena de fuerza, de respeto y pasión "Él dice que vio una luz azul, una figura azul que lo tomó entre sus brazos mientras caía desde el octavo piso, un ángel señores... UN ÁNGEL y... y... lo agarró de sus piernitas y de su cabecita, lo depositó en uno de los balcones y se despidió de él"

Un reclinado hombre de apariencia profesional, con vestiduras propias de alguien que ha ido a lucir pulcritud y coherencia, habló con mirada soberbia a la mujer, intentando tomar la posición de quien trata con la locura de un enfermo.

"Sí, por supuesto que el chico en caída, lo único que ha podido ver es la figura celestial... que ha sido ropa colgada en un tendedero que lo ha envuelto, desviado y ayudado a caer en un balcón lindante a su línea de caída... es común con toldos, tender de ropa, etc."

Al momento, se metió en la discusión gente del público que vociferaba a favor de unos y otros, entablando un juicio a los inquisidores de la fe y de la razón.

"Un ángel guardián salvó a mi hijo" -exclamaba la madre, abrazando al chiquito con fuerza mientras una parte del público resoplaba disconforme y otro tanto aplaudía frenéticamente- "Señora, vea que mismo se vio ropa tirada por el lugar donde cayó y él se ha lastimado" -continuaba tratando de poner lógica contemporánea el trajeado hombre de lentes, ya no tan cómodamente reclinado-

"Fueron lastimaduras previas" -decían los que defendían la existencia de un ángel que nunca habían conocido- "Es obvio por el ángulo de caída que fue rebotando en las lonas y ropas colgadas"

Unos gritaban, las voces se superponían, el conductor del programa intentaba poner calma y sólo agitaba las aguas de un lado a otro, creando más turbulencia.

El televidente, en el silencio total de su sucia habitación, en su tibia humedad corporal impregnada en el sillón, segundos antes de dormirse ató dos ideas sin proponérselo y su mente intentó responderle al centenar de gente gritando: "El chico se cayó de un octavo piso... si fue un ángel, fue un milagro... si fue ropa colgada... fue un milagro..."

Se durmió finalmente. Pero claro, la gente en la televisión, seguía gritando...



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1 comentario:

Anónimo dijo...

Una vez escuché que cuando uno está por dormirse o sueña despierto puede encontrar con más facilidad la solución a algunos problemas. En este cuento la mejor reflexión la hizo el televidente antes de dormirse.
Es un gran cuento y ha sido un gusto leerlo.

Cristian.