jueves, 10 de septiembre de 2009

La verdad en las piedras

"Tengo aquí cuatro piedras, maestro..." -dijo el calvo niño, envuelto en amarillenta túnica-

"¿Son cuatro porque puedes contarlas o acaso es que son realmente cuatro?"

"Son cuatro, mire maestro... una, dos... tres... y con esta son cuatro"

"Ah claro, pero como monje debes comenzar a ver la verdad completa de las cosas y no sólo su apariencia actual, es por eso que te contaré la verdad sobre las cuatro piedras...

La primera, es una combinación de la arena que alguna vez alguien transitó, con ciertos moluscos que en ella murieron, pegando por completo los granos arenosos y formándola, luego de muchos años. La segunda es un trozo de dos rocas, que se cementaron juntas y debido a la erosión quedaron uniformemente unidas... la tercer piedra está formada por minerales de la costa, que le dieron forma juntándose con restos animales y vegetales... en tan sólo esas rocas, hay historia, hay muerte, hay vida, hay energía en movimiento, aunque imperceptible para nosotros los seres de vibraciones tan obvias..."

"... pero maestro, no me has contado sobre la cuarta piedra..."

"Ehmmm... no mi aprendiz... no quieres saber"

El pelado niño miró extrañado, más extrañado por cómo el maestro evadía la respuesta, que por como sabía el origen de todas esas rocas, algo raro estaba pasando y el niño sintió con el corazón que quería saber, entonces, volvió a preguntar.

"Bien. Pero puede que no te guste lo que vas a escuchar. Pero como te dije, aprendemos a ver todo más allá de su forma actual, para poder comprenderlo, comprender los ciclos de la naturaleza, la vida y muerte de las cosas, de los pensamientos, de los seres y sus espíritus... conociendo esto, evitamos que nos consuma la ansiedad de la mente..."

"¿Qué pasa con la cuarta piedra maestro?"

"Te lo diré" -el viejo monje cerró los ojos y suspiró- "La cuarta piedra fue alguna vez un animal que cayó muerto, su descomposición en combinación con los minerales de la tierra, alimentaron una semilla, creciendo como una grama en las orillas. Al crecer se multiplicó y muchos de sus tramos fueron comidos por un asno que transportaba un pobre mercante nómada. Luego, el asno generó procesos en sus intestinos, que salieron por la parte de atrás de su cuerpo... levantó su cola y... bueno..."

"¿Y bueno? No entiendo maestro..."

"Bueno... y ahí está luego de un tiempo bajo el sol... ¡TU PIEDRA!" -dijo el maestro con una inmensa sonrisa-

El jovencito pelado, corrió con su mano arriba, a lavar la mano al río y comprendió, que nada es lo que evidencia ser...

3 comentarios:

Lizzieacuarium dijo...

Querido Aguador muy buena,"La verdad
de las piedras"es muy cierto que nunca hay que dejarse llevar por las apariencias,como con excelencia lo muestras en este bello cuento,Lizzie

Anónimo dijo...

Pero ¿quien es el maestro?
¿Eres tú?
Tú ¿eres?

Un joven Aguador dijo...

No, claro que no soy el maestro.
Pero por un momento uno emula una postura mental por el bien del cuento. De lo contrario, sería imposible escribir, adquirir las máscaras y posturas de cada actor del reparto.

Gracias Psiconave y Lizzie por los comentarios! :)